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Cuatro jugadores actuales que podrían haber dominado en la NBA del pasado

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Los tiempos avanzan y no dejan prisioneros. El baloncesto no es una excepción. 

La exigencia de la élite tiende a escoger una serie de perfiles técnicos que se ajusten a las propuestas tácticas dominantes del momento en detrimento de otros cuyos recursos suelen ir en dirección diametralmente opuesta al fluir de los tiempos. De hecho, en algunas ocasiones resultan incluso anacrónicos, como si viésemos a Shaquille O'Neal lanzar triples regularmente a Bob Cousy realizar crossovers a dos manos o a Magic Johnson realizar un tiro en stepback.

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Así, la imparable máquina de la actualidad y la progresiva evolución nos ha hecho no tener conciencia de los cambios que se han ido produciendo y solo una mirada en retrospectiva permite.

Si en épocas pretéritas el triple, la transición y el espacio, entendido este último como una amplitud total del campo, ocupaban poco menos que un lugar menor en la concepción del juego, eran otros apartados o fundamentos los que representaban el A-B-C del baloncesto. El arte del juego de espaldas, las distancias medias, la importancia del rebote ofensivo y el posicionamiento, así como un papel central del base como eje de la creación y de la dirección para sus compañeros significaban la hegemonía indiscutible de este deporte.

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En un momento de explosión ofensiva como el actual donde se han polarizado las zonas desde las que se realizan la mayoría de los intentos de canasta y en consecuencia el tipo de lanzamientos acometidos como una simplificación generalizada de este juego que ha desechado a ciertos perfiles que en otras épocas habrían marcado la diferencia de manera sustancial. 

Dejando a un lado a estrellas consagradas que podrían ser más que protagonistas en cualquier momento histórico por su superioridad física, técnica o de compresión del espacio, hay ciertos jugadores en la NBA actual que por su forma de entender este deporte y el tipo de acciones donde realmente marcan la diferencia se han visto relegados a una posición menor que trasladados al pasado harían de ellos perfiles muy aprovechables.

DeMar DeRozan

Tan solo siete jugadores en toda la temporada 2019-2020 han lanzado más de 150 tiros desde las zonas intermedias (4-5 metros del aro), de todos ellos solo Chris Paul (50%), Dennis Schroder (45%) y DeMar DeRozan (46%) lo han hecho por encima del 45% de acierto. La diferencia entre los jugadores de los Thunder y DeRozan es que en este último la presencia del triple ha sido poco menos que testimonial, habiendo intentado 30 triples en toda la temporada, lo que representa un 3% de todos sus intentos de campo. 

Ha sido desde la media distancia desde el lugar que más veces ha conseguido anotar con diferencia, una forma de remar contracorriente dentro de una liga en la que este tipo de distancias forman parte del terreno prohibido, en algunos casos por norma y otros por propuesta ofensiva. DeRozan ha anotado el 21% de sus puntos desde la media distancia con un 44% de acierto, guarismos altísimos teniendo en cuenta el volumen y comparados con la media de la liga que oscila entre el 35 y el 40%.

No es una novedad que el jugador de los Spurs sea uno de los reyes de la media distancia en la actual NBA, desde que llegase a San Antonio ha volcado totalmente su juego hacia este tipo de acciones aunque el volumen de las mismas ha ido decayendo progresivamente como se aprecia en este gráfico:

Temporada Tiros anotados Tiros intentados Porcentaje
2019-20 148 331 44,7%
2018-19 224 553 40,5%
2017-18 214 504 42,5%
2016-17 308 748 41,2%

Cabe preguntarse cómo de decisivo podría llegar a ser el escolta californiano si se le trasladase a una época en la que el juego orbitase alrededor de la media distancia, donde ver a un exterior buscar la posición al poste bajo no fuese una rareza o un nicho de aquellos más aventajados donde en el caso concreto de DeRozan se ha traducido en un 50% de acierto en fadeaways y 1.02 puntos por posesión en posteo.

Jahlil Okafor

Probablemente uno de los casos más particulares de desequilibrio entre potencial ofensivo y rendimiento defensivo de toda la NBA actual. Un jugador cuya coordinación de pies, en ratio de apoyos, espacio a abarcar y rapidez de movimientos junto a unas manos de un tamaño considerable podrían haber hecho de él uno de los pívots más dominantes de la liga en su llegada a 2015 contrasta con un movimiento lateral en defensa que le imposibilita para poder mantenerse en cancha.

Okafor ha avanzado considerablemente en lo que se refiere al rendimiento en la protección del aro desde que fuera drafteado por los Sixers, sigue permitiendo una cantidad considerable de puntos al rival con un 54,2% de acierto de estos cuando se encaran a Jahlil.

El juego al poste bajo ha representado el 21% de sus ataques de los que ha producido 0,86 puntos por posesión, un número que le colocaría en la media de la liga, pero que comparado con el porcentaje de acierto del 53,3% le coloca justo entre Jokic y Embiid en el ránking de la NBA. Por otro lado, destaca especialmente en el joven interior su perfecto posicionamiento a la hora de luchar por el rebote ofensivo, colocándose siempre en el momento adecuado por delante de su par para luchar por el rechace.

Es innegable que el pívot de los Pelicans es una delicia al poste bajo. Un jugador único, en todos los sentidos, cuya respuesta a las reacciones de la defensa a sus movimientos recuerdan al mejor Tim Duncan y Al Jefferson, estableciendo un canal de comunicación directo entre su mano derecha y el aro. Las fintas, los reversos y los pivotes adquieren una dimensión singular con Okafor.

Monte Morris

Si se quiere buscar el mejor ejemplo de base clásico en la NBA actual nadie encarna mejor este perfil que Monte Morris. El jugador de Denver Nuggets forma parte de los fijos dentro de la rotación, como uno más, pero su importancia en el esquema de Mike Malone le hacen ser una extensión de lo que el técnico demanda a sus pupilos. Nunca un bote de más, nunca un pase de menos, Morris ejerce como general sobre el parqué como un controlador de todas las cosas que allí acontecen. 

No es una sorpresa verle ocupar los primeros puestos en los ránkings de asistencias por pérdidas o de ratios de asistencia, pues Morris demuestra tener una seguridad sorprendente en la dirección para alguien que apenas lleva dos temporadas en la liga (en 2018 solo juega 2 partidos). Su perfil se refiere a un tipo de point-guard del pasado con tres zonas de acción muy claras: media distancia, pintura y triple. Casi como un mantra, el jugador de los Nuggets ha repartido casi de manera equitativa todos sus intentos de campo en esas tres zonas, combinando las acciones de tiro rápidas en torno a los primeros seis segundos de posesión con las más tardías, rondando la bocina.

En el apartado más participativo, lejos de los clásicos Pick&Roll donde ha rendido a un buen nivel (42% de uso y 0.91 puntos por posesión), llama la atención su propensión a alargar el fluir de la pelota en sus manos mientras recorre la línea de fondo, estableciendo una semejanza directa entre el Rajon Rondo de los Celtics o el Steve Nash de Suns y él mismo, en busca siempre de la grieta que deje la defensa para acometer la asistencia. Además, cuenta con una visión lateral que le permite conectar pases en diagonales muy complicadas así como una lectura perfecta de los espacios ocupados con la que realizar pases a su espalda como pocos.

Morris justifica su posición dentro de este ránking con un espectacular ratio de 5,11 asistencias por cada pérdida que comete en los 21 minutos que está en cancha y un 47% de acierto desde la media distancia.

Mitchell Robinson

El físico es un factor que siempre ha sido dominante en el baloncesto (y en cualquier deporte) y cuyo impacto en algunos casos se ha tratado de desmerecer en favor de la técnica, como si el hecho de disponer de un gran cuerpo para este juego fuese ya una ventaja per sé. En caso del joven pívot de los Knicks es uno de los más interesantes de toda la NBA, su rendimiento defensivo le hace ser el pilar de todo el equipo y uno de los más infravalorados de toda la liga pues a base de tapones, rebotes (ofensivos y defensivos) y coberturas en las ayudas, Mitchell se ha hecho un hueco como alguien diferente.

No se trata de una lectura simplista reducida a que tapona todo lanzamiento que sale de las manos rivales, sino que calcula el momento adecuado, incluso en acciones de mismatch contra pequeños, evitando saltar ante cualquier desventaja, sino que mide los tiempos y ejecuta en un timing más que correcto. 

Su espacio de juego ofensivo y el tipo de lanzamientos que este acomete le convierten en un ejecutor perfecto, sin apenas peso pero sin errar en la finalización como bien demuestra su 74,2% de eFG, el más alto de toda la liga que lo es además en porcentaje de tiros de campo.

Por otro lado, Mitchell demuestra una vocación total hacia los aspectos más ingratos del juego como los rebotes ofensivos, muchas veces inalcanzables por la longitud de los intentos de campo que se acometen, pero que en aquellas posesiones donde el tiro es más cercano, el joven pívot siempre está pendiente y con una colocación muy adecuada y por delante de su par para capturarlo. En los 21 minutos de media que ha estado ha capturado una media de 3 rebotes ofensivos que se han traducido en 3,5 puntos de media en esas segundas oportunidades. El equilibrio perfecto.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

Autor/es
Sergio Rabinal Photo

Sergio es productor senior de contenido en las ediciones en español de The Sporting News.