El equipo de Los Angeles Lakers campeón de la NBA en 1988: los caballeros del séptimo partido

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Los Angeles Lakers 1988

La década del 80 en la NBA es sinónimo de Los Angeles Lakers. La franquicia púrpura y oro deleitó al mundo entero en las épocas en las que la liga comenzaba a llegar a todo el mundo mediante la televisión. Su juego vistoso, encabezado por la magia de Magic Johnson y Kareem-Abdul Jabbar y el liderazgo de Pat Riley en el banco de suplentes fue apodado "Showtime".

Además de generar espectáculo, los Lakers ganaban. Fueron campeones en 1982, finalistas en 1983 y 1984, campeones en 1985, finalistas de conferencia en 1986, campeones en 1987 y 1988 y finalistas en 1989. Un dominio impresionante en la Conferencia Oeste que solamente Houston Rockets en el 86 pudo romper un poco.

Igualmente, no solo de Lakers se nutría la liga: en el otro extremo de Estados Unidos había un equipo igual de poderoso, los Boston Celtics de Larry Bird. Entre estas dos franquicias se venían alternando los títulos desde 1980, con la excepción del campeonato logrado por Philadelphia 76ers en 1983. Así es como habían dos dinastías, pero ninguna había logrado un bicampeonato hasta el logrado por los de California entre 1987 y 1988. El último bicampeonato de la NBA databa de 1969, conseguido por los Celtics con Bill Russell como jugador y entrenador.

Los Angeles Lakers 1988

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Así que si nos vamos más atrás en el tiempo, a los festejos de los Lakers en las calles de Los Angeles en 1987, vemos que la promesa de Pat Riley de "les garantizo a todos los aquí presentes que el próximo año volveremos a ser campeones" no era puro palabrerío: era realmente un objetivo con un significado importante.

Para la 1987-1988 los Lakers contaron con el regreso de los ocho jugadores que conformaban la rotación de Playoffs de Riley: Johnson, Abdul-Jabbar, Worthy, Michael Cooper, Byron Scott, Mychal Thompson, AC Green y Kurt Rambis. Y excepto Kareem, que ya tenía 41 años en la postemporada del 88, el resto eran todos menores de 33 años. Defender la corona era algo muy probable.

En la fase regular los Lakers aplastaron a los rivales una vez más: consiguieron solamente tres victorias menos que en la 1986-1987, para finalizar con 62 triunfos y al tope del Oeste, con el mejor récord de la NBA. Un tal Michael Jordan empezaba a amenazar el trono de Magic Johnson como mejor jugador de la NBA y de hecho se quedó con el premio de MVP que había sido del de los Lakers el año anterior, pero Magic seguía vigente y finalizó tercero en la votación, promediando 19,6 puntos, 11,9 asistencias, 6,2 rebotes y 1,6 robos por partido.

Ningún otro equipo del Oeste parecía un escollo muy importante. Todos los demás habían quedado debajo de los 55 triunfos y apenas tres de ellos habían pasado la barrera de los 50: Denver Nuggets, Dallas Mavericks y Portland Trail Blazers. Se esperaba otro desfile angelino como el de la postemporada de 1987, cuando apenas perdieron un partido camino a las Finales (cayeron con Golden State en un encuentro de la segunda ronda). Los pronósticos fallaron.

No el pronóstico de Riley, que terminó cumpliendo su promesa de campeonato, pero sí el que hablaba de un camino de rosas en los Playoffs hasta tener que viajar al Este (donde si se podía vaticinar algo más complicado contra Boston o Detroit, equipos que también habían finalizado debajo de las 60 victorias pero presentaban mayor jerarquía en el plantel).

San Antonio Spurs, la primera piedra en el camino, fue sorteada con facilidad: los Lakers ganaron la serie por 3-0 con Mychal Thompson como gran Factor-X. El padre de Klay promedió 20,7 puntos y 13 rebotes por partido en esos cruces. Después los hombres del Showtime transpiraron y sintieron la presión: Utah, Dallas y Detroit los llevaron a un séptimo partido en el que el sueño del bicampeonato estuvo cerca de terminarse.

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Lo de Utah, con unos muy jóvenes John Stockton y Karl Malone, fue sorpresa en mayúsculas. El Jazz llegó a ponerse 2-1 arriba en la serie y luego, en casa, la dejó 3-3 con un aplastante 108-80 en el sexto partido. Malone hizo lo que quiso en esa serie: promedió 28,7 puntos y 11,7 rebotes. Magic y Kareem estuvieron lejos de sus mejores caras: los dos máximos anotadores de los de Riley fueron Byron Scott y James Worthy. En el partido definitivo, la potencia anotadora de los Lakers fue demasiado y con 109 puntos llegaron a las Finales del Oeste.

Allí se medirían ante Dallas, un equipo al que también le sobraban puntos con Mark Aguirre, Rolando Blackman y Detlef Schrempf, pero al que le costaba defender. Los Lakers anotaron 113 y 123 puntos en los primeros dos partidos en casa y, con el marcador de la serie 2-0, ya se los percibía finalistas. Sin embargo, no pudieron quebrar a los Mavs en Texas en ninguna de las tres oportunidades que tuvieron y por eso la serie se fue a un séptimo encuentro. De nuevo en Los Angeles, el enfrentamiento retomó la tónica que tenía al disputarse en California y los Lakers resolvieron todo con un 117-102 en casa, con 28 puntos de Worthy. La diferencia la marcaron recién en el segundo tiempo, tras haberse ido al descanso con una ventaja de solamente un punto.

A ese punto, inicios de junio de 1988, los Lakers ya llevaban 99 partidos disputados en la temporada. Uno más que Detroit Pistons, el rival en las Finales, que había despachado a los Bulls de Jordan en cinco partidos y a los Celtics de Bird en 6, pero en la primera ronda debió disputar cinco contra Washington Bullets. El trajín había sido intenso para los dos: para unos Lakers consagrados y para unos Pistons de Isiah Thomas que iban por su primera oportunidad en las Finales.

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Detroit se llevó el primer partido en LA y los Lakers recuperaron la ventaja de localía al ganar el primero en Michigan. La ventaja volvió a ser de los Pistons con los otros dos partidos en Detroit. 3-2 para los Pistons. Presión doble para los angelinos: dos partidos en casa, pero dos en los que había que ganar o ganar para ser bicampeones.

La historia es conocida. Detroit peleó con todas sus fuerzas en el sexto partido y Thomas (terminó con 43 tantos), con un esguince en un tobillo, la descosió en el tercer cuarto, en el que anotó 25 puntos y empujó a los suyos arriba en el marcador. Detroit ganaba 102-99 a falta de un minuto, pero se les escapó el campeonato y los Lakers vencieron por 103-102 con un par de tiros libres de Kareem a 14 segundos del final.

En el séptimo partido, Thomas seguía dolorido pero el base seguía controlando las acciones y Detroit se fue al entretiempo ganando 52-47. Isiah no volvió igual de bien a la segunda mitad, su equipo lo sintió y el tercer período fue para los angelinos por 36-21. Detroit pudo recortar una ventaja que se había ido a los 15 puntos y dejó todo 106-105 a cinco segundos del cierre, cuando un doble de AC Green selló las cosas: 108-105 y bicampeonato para los Lakers, con un partido maravilloso de James Worthy (36 puntos, 16 rebotes y 10 asistencias) que le valió el premio de MVP de las Finales al alero.

James Worthy Dennis Rodman

Así, esos Lakers de 1988 fueron los primeros campeones de la historia de la NBA en haber ganado tres séptimos partidos de forma consecutiva. También lograron otro récord de entonces: equipo campeón con más partidos disputados (106). La extensión de la primera ronda de 5 a 7 partidos llevó a que después haya campeones con más partidos jugados, pero ninguno volvió a tener tres triunfos 4-3 en fila.

Desde la mudanza de la franquicia a Los Angeles en 1960, ese partido contra los Pistons fue la primera vez que ganaron un séptimo partido en las Finales, tras haber caído en 1962, 1966, 1969, 1970 y 1984. Recién en el año 2000, con Kobe Bryant y Shaquille O'Neal, los Lakers volverían a ser campeones.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

Autor/es
Agustín Aboy Photo

Agustín es productor de contenidos para Sporting News.