El tiempo corre en contra de Golden State Warriors, su dinastía está en juego y tienen al alcance de su mano tratar de darle la vuelta a la situación. El regreso de Klay Thompson en el cuarto partido no ha supuesto una victoria que revirtiese el 2-1 con el que entraban los Toronto Raptors en la serie. Ni la mejor versión de los Splash Brothers ha sido suficiente para evitar lo esperado, que los canadienses impusiesen el 3-1 en la eliminatoria global, dejándoles a 48 minutos de su primer título.
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Una situación en la que los Warriors ya se han visto en dos ocasiones, ambas con desenlaces completamente diferentes y, curiosamente, con una diferencia de apenas 2 semanas. En aquel 2016 el equipo entrenado por Steve Kerr fue capaz de remontar un 3 a 1 a los Oklahoma City Thunder en Finales de Conferencia para tiempo después perder ellos mismos una ventaja de 3 a 1 contra los Cleveland Cavaliers de LeBron James.
Si los californianos son capaces de salvar ese match ball que tienen que afrontar en Toronto, la serie puede entrar en una dinámica completamente diferente al regresar al Oracle Arena en el que sería el último partido en su historia. Los registros no corren a favor de los actuales campeones, ya que tan solo en una ocasión en toda la historia de la NBA un equipo ha remontado esa diferencia en las Finales de la NBA. En 33 de las 34 veces en las que la serie llegó con 3-1 al quinto encuentro la serie acabó cayendo para el equipo dominador, sin remontada a la vista.
No obstante, Golden State no quiere mirar a las Finales de 2016, sino a las Finales de Conferencia frente a los Thunder, por aquel entonces con Kevin Durant y Serge Ibaka en sus filas. "En el pasado estuvimos de los dos lados del 3-1", decía Curry. "Tenemos la oportunidad de darle vuelta esta serie, y debemos hacerlo de a un partido a la vez. Parece difícil, pero para nosotros es literalmente la única forma de volver a la serie, enfocándonos en los próximos 48 minutos".
Una serie para el recuerdo
Mayo de 2016 tiene un espacio reservado en la memoria de los aficionados de los Warriors. Unas Finales de Conferencia que auguraban una victoria más o menos cómoda de Golden State, que venía de completar la mejor fase regular de la historia de la NBA con el famoso 73-9 de balance y dos series ganadas por 4 a 1 ante Rockets y Blazers.
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El camino hacia el triunfo fue precisamente el mismo que el visto hasta ahora en las Finales de 2019. Los Thunder tomaron la delantera en la serie sorprendiendo en el primer encuentro, el cual ganaron por 108 a 102 con 26 y 27 puntos de Durant y Westbrook respectivamente. Más adelante los Warriors empatarían la serie, como ha ocurrido en esta temporada, siendo OKC quien se pusiese definitivamente 3 a 1 en la eliminatoria dos encuentros después.
A partir de ese momento fue donde realmente vimos de qué estaban hechos estos Warriors.
En una noche en la que era un todo o nada, Stephen Curry se echó el equipo a las espaldas y completó una de esas noches. El MVP consiguió 31 puntos, nada sorprendente, pero lo hizo con una determinación y un timing excelente en un Game 5 en el que Thompson le acompañó con 27 tantos que dieron alas a los Warriors.
Dos noches más a vida o muerte en las que los Thunder colapsaron y Golden State sacó fuerzas y recursos de donde no había para darle la vuelta a una eliminatoria que parecía perdida. Los 30 puntos de media de Durant y el casi triple-doble que promedió Westbrook no fueron suficientes para los Thunder que se quedaron a 48 minutos de luchar por el anillo.
Una victoria que nunca hubiera sucedido sin una gran defensa en la que bajaron los registros de Oklahoma que en los primeros cuatro encuentros promedió 112.5 puntos hasta descenderlos a tan solo 100, con un pico de 88 en el definitivo séptimo encuentro.
La defensa es el clavo al que deben agarrarse los Warriors en este 2019. Sin Kevin Durant con previsiones reales de volver próximamente una mejora en este apartado podría permitirles tomarse un respiro si son capaces de detener a Kawhi Leonard y a su séquito en el próximo encuentro.