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Doctor Memoria: la historia de Jerry Lucas, el genio de Ohio, en su 80 cumpleaños

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Doctor MemoriaLa Computadora. Los dos apodos con los que se mencionaba a Jerry Lucas durante sus años como estrella NBA, ayudan para empezar a poner en contexto al personaje, quien este lunes está cumpliendo 80 años.

Como esos sobrenombres infieren, buena parte del éxito en la carrera de Lucas no solo pasó por sus condiciones físicas o técnicas, sino también por una mente privilegiada: no para jugar a este deporte, sino en términos generales. Esta es la historia del genio de Ohio.

Empecemos por lo estríctamente deportivo. Lo cierto es que aún con todo lo que dio en el profesionalismo, probablemente el mayor legado del ala pivote lo haya tenido como amateur: brilló a nivel secundaria en la Middletown High School, llegando a ganar 76 partidos consecutivos y atrayendo enormes masas de público, quienes comparaban su impacto con el de Wilt Chamberlain.

Luego le llegó el turno a la NCAA, de la mano de Ohio State University y su paso por allí no pudo ser mejor: no solo promedió 24,3 puntos y 17,2 rebotes a lo largo de tres años, sino que además en todos ellos lideró a los Buckeyes hacia la Final Nacional, incluyendo un título en 1960.

La fama de Lucas, quien también había ganado una medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Roma 1960, ya excedía por ese entonces a la de la gran mayoría de los profesionales y aún hoy, es considerado como uno de los más grandes jugadores de la historia del nivel universitario.

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Tras un paso frustrado por la pequeña ABL y ya a sus 23 años, la NBA apareció en el horizonte de Lucas, con los Cincinnati Royals de Oscar Robertson. Lejos de sufrir la transición, el de Middletown se transformó rápidamente en una de las estrellas más determinantes de la competencia.

Durante siete campañas con los Royals, hoy devenidos en los Sacramento Kings, Lucas promedió 19,6 puntos, 19,1 rebotes y 3 asistencias, llegando a liderar la liga en porcentaje de campo como novato (53%). Pero a pesar de la gran dupla conformada con Robertson, Cincinnati nunca consiguió avanzar lejos en la postemporada. 

En la 1969-1970, ya con su producción en cierto declive, es traspasado a los San Francisco Warriors, donde disputa una campaña y media, promediando 17,5 puntos y 15,2 rebotes. Al finalizar la 1970-1971, vuelve a ser traspasado, al que sería su último destino profesional: los New York Knicks.

Y si bien sus mejores años NBA llegaron jugando en Cincinnati, fue en la Gran Manzana donde por fin podría darse el gusto de conseguir su primer título en la liga. Jugando como suplente de Willis Reed y Dave Debusschere, Lucas se adaptó a su rol de Sexto Hombre y contribuyó para alcanzar las Finales en 1972 y ganar el anillo en 1973, promediando 7,5 puntos y 5 rebotes durante esos Playoffs. Ya con el objetivo cumplido, la 1973-1974 marcó el retiro de uno de los grandes interiores que vio la década del '60.

En sus vitrinas quedaron cinco selecciones All-NBA, siete convocatorias al All-Star Game (MVP en 1965), el premio a Rookie del Año en la 1963-1964 y claro, el campeonato con los Knicks. Seis años después de su retiro, en 1980, fue lógicamente inducido al Salón de la Fama.

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Más allá de las estadísticas y su éxito tanto a nivel amateur como profesional, uno de los legados más singulares de Lucas estará por siempre vinculado a su relación con el juego y a su acercamiento analítico al mismo.

"Durante unos 20 años analicé cada tiro que vi, haya sido tomado por un niño de seis años o un profesional con 10 años de experiencia. Miré, pensé, analicé. Y como el resultado de eso, sabía a donde ir y cómo llegar hasta ahí", relata el propio jugador.

Sus 15,6 rebotes por partido, el cuarto promedio más alto de todos los tiempos, son testigos de esa habilidad natural.

"Tenía un gran deseo por el éxito y creo que eso va de la mano con tener una gran inteligencia y un acercamiento mental al juego", dice Bob Pettit, una de las máximas estrellas contemporáneas a Lucas. 

"Memoricé cada jugada de cada equipo de la NBA. Sabía lo que iban a hacer, incluso antes que algunos rivales. Podía pasarle esa información a mis compañeros y eso en los Knicks nos ayudó terriblemente", agrega Lucas.

"Era muy disciplinado. Y fui capaz de usar esa habilidad de manera efectiva, gracias a las cosas que hice con mi mente y cómo pensaba el juego. Descubría cómo aprovecharme de los rivales, sabiendo todas sus virtudes y defectos".

La mente de Lucas brillaba mucho más allá de los campos de baloncesto: se transformó en uno de los jugadores más ricos de aquel entonces, gracias a su capacidad para encontrar inversiones exitosas. Todo con una rapidez mental, que por ejemplo, le permitía tomar una palabra cualquiera y en instantes, ordenar sus letras alfabéticamente. Una verdadera computadora.

Claro que no solo fue pionero en cuanto a su lectura y estudio de los rivales, también se transformó en uno de los primeros jugadores capaces de combinar juego interior y rebote, con una excelente mano a la larga distancia.

De hecho, fue justamente con ese tiro externo con el que causó mayor daño en la NBA, incluso cuando para el final de su carrera hizo la transición para jugar como cinco en los Knicks (ante las repetidas lesiones de Reed). Small-ball puro.

Aún con su baja estatura (2,03), Lucas se las arregló para ser efectivo, sacando a los internos rivales a seis metros del aro con su disparo y compensando su falta de centímetros con potencia y seguridad rebotera...

... e inteligencia, por supuesto. Mucha, pero mucha inteligencia.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

Autor/es
Juan Estevez Photo

Juan es productor de contenido en las ediciones en español de The Sporting News.