La locura de marzo y UConn: La historia de Kemba Walker

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Kemba Walker

Marzo es un mes marcado en rojo en el calendario de todo aficionado al baloncesto americano. Es con la llegada de la primavera cuando la locura se desata, el baloncesto pasa a ser algo más que un deporte y empiezan a forjarse algunas leyendas. Estamos hablando del March Madness de la NCAA o la fase final por el campeonato universitario de baloncesto, un torneo en el que la estrella de los Charlotte Hornets Kemba Walker se hizo un nombre ante los ojos de todo el mundo del deporte de la canasta.

En 2008, un joven procedente del Bronx (Nueva York) se comprometía con una de las universidades más prestigiosas de la NCAA, la Universidad de Connecticut al mando de la leyenda Jim Calhoun. Ese muchacho empezaba a despuntar en su año junior y lo hizo ante media nación en noviembre de 2007 en el mítico Madison Square Garden enfrentándose a Derrick Rose, todavía ambos en su etapa High School.

Kemba Walker

En aquella fría noche neoyorkina el resultado fue lo de menos, todas las miradas se las llevaba Rose, que en aquel momento estaba entre los mejores jugadores de instituto de EEUU. La crónica de USA Today sólo mencionaba de forma anecdótica a nuestro protagonista.

Dos días antes de aquel 11 de noviembre de 2007, Kemba Walker se había ya comprometido con UConn en un momento en el que estaba colocado en el puesto 12 del ranking de 247Sports.

Kemba Walker

Walker por aquel entonces se caracterizaba por su estilo enérgico, producto del baloncesto de Nueva York, que vio crecer a point-guards como Sebastian Telfair, Stephon Marbury o Rafer Alston. Referentes de los que aprender y nutrirse, de los que heredó su velocidad de pies y desparpajo, siendo capaz de romper a cualquier defensor como demostraba ya en el McDonald's All-American donde acabó con 13 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias y un espectacular mate contra Jrue Holiday, por aquel entonces número 3 de su class.

Pero lo mejor estaba por venir.

En Connecticut evitó caer en las prácticas de algunos de sus camaradas de class como Tyreke Evans, DeMar DeRozan, Jrue Holiday o B. J. Mullens, que decidieron pasar sólo un año en la NCAA, en el caso de Walker, esté tomó la acertada decisión de formarse completamente bajo el amparo de Calhoun, realizando de forma casi completa el ciclo universitario. Entre 2008 y 2011, Walker formó parte de los Huskies de UConn donde acumuló 1,783 puntos, colocándose en la octava posición de anotadores históricos de la Universidad.

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Un periplo en el que crecería, maduraría y se convertiría en el jugador que llegó a la NBA. Walker aprendería de AJ Price los entresijos del puesto de base en la Big East, una conferencia dura y que haría madurar poco a poco el proyecto de los Huskies. En su primer año como freshman el de Nueva York iría ganando peso en el equipo de forma progresiva, como acostumbra Calhoun con los novatos, un entrenador a la vieja usanza, haciéndoles crecer desde el primer día, formándoles como jugadores y sin la mirada puesta en los NBA Ready.

Marzo siempre será un mes especial para Walker ya que fue en el torneo del K.O donde experimentó su primera gran alegría y su primera gran decepción. El 28 de marzo de 2009 UConn se enfrentaba a Misouri en la final regional, un equipo que contaba con la presencia de DeMarre Carroll. Aquel partido fue la mejor carta de presentación de Kemba. Por izquierda, por derecha, por el centro. 23 puntos reflejaban su mejor actuación hasta el momento en la NCAA, un partido en que supo sacar adelante pese a la incesante defensa de Mizzou, lanzando dos jugadores sobre el balón de forma constante. La alegría duraría más bien poco, pues 6 días después caían 82-73 contra la Michigan State de Draymond Green en la semifinal nacional.

Kemba Walker

La 2009-2010 fue un paso atrás para UConn pero uno adelante para Kemba. La salida de Jeff Adrien, Thabeet y AJ Price supuso un golpe duro para la estructura del equipo, pero Walker comenzó a ejercer como líder de los Huskies, pasando de 9 puntos y 3 asistencias a 15 puntos y 5 asistencias, siendo nombrado First Team USBWA All-District y All-Big East Third Team. Unos números que como sophomore hacían intuir los cimientos de un jugador sólido, pero lo mejor estaba por venir.

Esa temporada 2010-2011 abría con Kemba en una de las seis portadas regionales que la revista Sports Illustrated dedicaba a la previa de la campaña. Era el primer Huskie desde Emeka Okafor que gozaba de ese honor, nada regalado, puesto que en cuestión de semanas se convertiría en el máximo anotador de la nación con una racha de 5 partidos por encima de los 30 puntos, alcanzando su punto más alto contra Vermont con 42 puntos. 

Kemba Walker

Kemba era ya una realidad. Una realidad esculpida a base de crossovers y una destreza con el balón que sólo un nativo de Nueva York puede tener. Por sus venas corría la esencia del baloncesto universitario.

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El March Madness llegaría y UConn lo afrontaría como novena. Venían como underdogs en un equipo que además de Walker se encontraban Jeremy Lamb, Shabazz Napier o Alex Oriakhi, formando una línea exterior nada atractiva, pero que bajo las órdenes de Calhoun funcionaron a las mil maravillas.

En este torneo y en el Madison se produciría uno de los momentos más recordados de la carrera universitaria de Kemba con su tiro sobre la bocina ante Pitt que les permitía avanzar en la Big East.

Tocado por una varita mágica, Walker rozó la perfección. Tras una primera fase ante rivales menores donde Kemba no bajó de los 24 puntos por partido la primera prueba de fuego vendría ante Syracuse, un equipo duro de roer en los torneos y que contaba con algunos freshman muy interesantes como Dion Waiters. Ante la archiconocida zona de 'Cuse, Kemba respondió con 33 puntos salvando el partido en la prórroga con una determinación hacia el aro que poco pudo hacer el juego interior de los naranjas. 

Superado Louisville, Bucknell, Cincinnati, San Diego State de Kawhi Leonard y Arizona con Derrick Williams llegaba la Final Four en Houston (Texas). Allí esperaba Kentucky en un partido que se vaticinaba como un duelo a tumba abierta, como así sería. Un partido típico del March Madness, a media cancha, calculando cada movimiento, cada pase, cada acción. Todo por conseguir la victoria. Un último cuarto de ensueño, donde Walker completaría la fantástica actuación de Oriakhi en defensa con una clase magistral de tiro en media distancia para acabar con 18 de los 56 puntos totales.

Kemba Walker

En la gran final esperaba Butler, la cenicienta del torneo entrenada por Brad Stevens y comandada por Gordon Hayward, una de las historias más bonitas y a la vez injustas de la última década del baloncesto universitario.

Calificado por el NY Times como el peor partido por el campeonato de la historia, Walker y UConn se alzarían con la victoria por 53 a 41. Un duelo donde, a pesar del gran planteamiento defensivo de Stevens cerrando todas las líneas de pase y obligando a Napier a asumir responsabilidades con el balón, no fue suficiente para doblegar a unos cohesionados Huskies que volvían a repetir título nacional después del cosechado en 2004 con Okafor y Ben Gordon.

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Kemba Walker anotaría en aquella noche 16 puntos, consagrándose como un anotador imparable, un jugador capaz de todo en el uno contra uno y poniéndo su nombre en todas las cábalas para colocarse entre los lottery picks del Draft de 2011 donde se declararía elegible.

Su nombre cayó hasta el puesto 9, recalando en los, por aquel entonces, Charlotte Bobcats, pero esa historia ya nos la sabemos.

Autor/es
Sergio Rabinal Photo

Sergio es productor senior de contenido en las ediciones en español de The Sporting News.