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Lusia Harris, la única mujer elegida en la historia del Draft de la NBA

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Lusia Harris

Los últimos años han acostumbrado a vernos mujeres atravesar distintas barreras en el ámbito del deporte, como la entrenadora Becky Hammon y las árbitras Natalie Sago y Jenna Schroeder, pero hay una historia increíble que sucedió varias décadas atrás con una mujer haciendo algo impensado: teniendo un lugar en el Draft de la NBA.

Se trata de Lusia Harris, escogida en el Draft de 1977 por New Orleans Jazz, la franquicia que actualmente es Utah Jazz, con la elección 137 en la séptima ronda. Harris no jugó en la NBA ni formó parte de la pretemporada del equipo, pero quedó para siempre en la historia de la liga como la única mujer seleccionada en el tan tradicional evento de ingreso a la NBA (Denise Long había sido elegida por Golden State Warriors en 1969 y luego ese pick fue rechazado por el comisionado Walter Kennedy).

Lusia Harris

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El Draft entonces era muy distinto al de hoy en día, compuesto por ocho rondas de 21 equipos, lo que daba un total de 170 jugadores escogidos, 110 más que los 60 de la actualidad, además de que era extraño que se seleccionen jugadores internacionales o jugadores que no habían terminado su carrera en las competiciones universitarias. En ese contexto, las franquicias varias veces utilizaban sus últimas selecciones para generar un poco de ruido en los medios, como acciones de marketing, pero la verdad es que también Harris había hecho mucho mérito para destacarse más allá de su género.

Esta jugadora de 1,91 metro era una estrella del baloncesto femenino en Estados Unidos, un baloncesto femenino que no tiene los pilares de la actualidad que fueron formando competencias como la WNBA. Y ya había ido abriéndose paso como podía, proveniendo de un origen rural muy humilde. Harris, luego de lucirse jugando en la escuela, fue tentada para sumarse a la Universidad de Delta State en su estado natal, Mississippi, en una época en la que comenzaban a existir las becas deportivas para mujeres por la ley del "Title IX": ella no había recibido una beca convencional como las de hoy en día y se integró a un equipo femenino que había desaparecido y estaba volviendo a ser armado.

Además allí era la única jugadora afroamericana en una universidad mayoritariamente blanca, con el racismo que eso conllevaba. "A veces los fans decían cosas desde las gradas, pero mi concentración estaba en anotar puntos. Y a veces se ponía muy duro en los partidos. Todos dicen que yo sonreía mucho, pero algunos dirán que yo era muy física debajo de los tableros", declaró luego Harris.

Poco a poco Harris fue dominando todo el país con Delta State: ganó 109 de los 115 partidos que disputó y se consagró campeona nacional de la AIAW (la NCAA comenzó con torneos femeninos en 1982) en 1975, 1976 y 1977 promediando 25,9 puntos y 14,5 rebotes por encuentro. En 1977 recibió el trofeo Broderick, entregado a la mejor atleta femenina de todos los deportes universitarios.

Para entonces, apenas con 22 años, Harris ya era campeona panamericana con Estados Unidos (primera medalla de oro en baloncesto femenino para su país desde 1963) como también medallista olímpica: formó parte de la selección ganadora de la medalla de plata en la primera competición olímpica de baloncesto femenino en Montreal 1976 y anotó los primeros puntos de la historia del torneo, en el partido inaugural ante Japón que Estados Unidos perdió.

Lo del Draft terminó siendo casi el punto cúlmine de su carrera. El baloncesto entonces no daba muchas más opciones sin una liga profesional femenina existente en Estados Unidos. Harris rechazó presentarse a los entrenamientos de pretemporada de New Orleans Jazz. No lo creía algo serio. "Ni siquiera pensé en presentarme", afirmó. Además, estaba embarazada. Así que se dedicó a regresar a Delta State y trabajar allí como consejera de admisiones y entrenadora asistente.

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Esta hija de granjeros tendría una oportunidad más dentro de las canchas: a mediados de 1978 se creó la Women Professional Basketball League, donde fue la primera jugadora elegida de la liga, pero tardó en sumarse por el bajo salario: apenas disputó la temporada 1979-1980 con Houston Angels, equipo que ya no participaría de la siguiente temporada, la última de aquella competición.

Hoy, con una WNBA y múltiples competiciones internacionales en crecimiento, la historia es otra por más de que el baloncesto femenino todavía tenga muchísimo más por desarrollar. "El deporte ha cambiado tanto. Hay becas. Al salir de la universidad hay acuerdos con patrocinadores, hay equipos profesionales. Ahora está todo, antes no había nada. Pienso que jugábamos por el amor al deporte. Era simplemente por eso. Mucha gente me pregunta cómo es que no soy rica y '¿cómo podría serlo? si no me pagaban por jugar", narra Harris.

Aún así Harris fue feliz. "Miro para atrás en mi carrera y pienso sobre todos los lugares a los que fuí, la gente que conocí, y fue genial. Y todo fue por el baloncesto", declaró. En 1992 fue una de las dos primeras mujeres (junto a la ex jugadora Nera White) en ingresar al Salón de la Fama del Baloncesto y en 1999 formó parte de la camada de 26 mujeres que inauguró el Salón de la Fama del Baloncesto Femenino en Knoxville, Tennessee.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

Autor/es
Agustín Aboy Photo

Agustín es productor de contenidos para Sporting News.