Si en la vida acostumbramos a dar por válido vale más una imagen que mil palabras, en el baloncesto el símil lo podríamos aplicar con una jugada o acción en concreto. Por ejemplo, para explicar el desplome de los Lakers a lo largo de los dos últimos meses.
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Las causas son muy variadas y de sobra conocidas: las lesiones (especialmente la que afectó a la ingle de LeBron James, aunque tampoco hay que olvidar que Lonzo Ball ya mes y medio de baja), la falta de autoridad del cuestionado Luke Walton o la fallida persecución por Anthony Davis antes del cierre de mercado el pasado 7 de febrero. Este último asunto daría para un extenso capítulo aparte, pero resumiendo, los rumores y el verse fuera a prácticamente toda la plantilla ha acabado por dinamitar su confianza. Y con esta se ha visto agrietada la cohesión del grupo.
Si alguien esperaba que el parón por el All-Star de Charlotte sirviera para hacer borrón y cuenta nueva, se equivocaba. Tras la esperanzadora remontada ante los Rockets han llegado cuatro derrotas en los siguientes cinco compromisos. Han caído en Nueva Orleans, Memphis, en casa ante los Bucks y en la madrugada del sábado al domingo en Phoenix. Un tropiezo mayúsculo. No en vano, transcurridos los primeros 25 partidos de la temporada, nunca un equipo con LeBron sobre el parqué había sufrido un revés ante un equipo con peor balance que el que presentaban los Suns.
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Nos quedamos en King James. El hombre cuya decisión de mudarse a LA el pasado julio volvió a poner a los Lakers en el mapa del planeta basket. Salvo en sus dos primeros años, siempre se ha clasificado para los playoffs. Como mínimo, siempre superando la primera ronda. Y en las últimas ocho temporadas jugando las Finales para conquistar un total de tres anillos. Un contexto que no concuerda con el rendimiento y sensaciones que en estos momentos ofrecen los Lakers.
La jugada de LeBron que resume el estado anímico de los Lakers
Ni el propio LeBron se salva de la quema. Su apatía en algunas fases de los últimos encuentros resultan impropias de un jugador de su calibre. No van con su carácter. Para muestra, lo ocurrido en Phoenix. Tras una canasta de los Suns se dispuso a sacar de fondo. Pero no puso la pelota en juego porque esta impactó directamente contra la parte posterior del tablero. Pérdida y posesión para el rival. Una jugada como síntoma del deprimente estado anímico de los Lakers. Alcanzar la postemporada se ha puesto muy cuesta arriba.
— Rob Perez (@WorldWideWob) 3 de marzo de 2019