El paso de Carmelo Anthony por los New York Knicks estuvo lejos de ser un camino de rosas. Esa suerte de hijo pródigo que llegó en el invierno de 2011 a la Gran Manzana nunca terminó de conseguir que el equipo alcanzase las metas establecidas al principio de cada curso regular. Fuese por demérito de Melo o por falta de efectivos la realidad es que en tan solo tres de siete temporadas se alcanzaron los Playoffs, pero el recuerdo y la huella que dejó el alero en su paso por Nueva York es profundo y se justifica con noches como la del 8 de abril de 2012.
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Los New York Knicks llegaban en buena forma a la recta final de la temporada, un mes de marzo positivo contrastaba con una serie de partidos fuera de casa que les había hecho perder algo de fuelle. Restaban solamente 10 partidos para que aquella temporada marcada por el lockout llegase a su fin y los Chicago Bulls visitaban el Madison por segunda vez en ese curso. La primera se había saldado con un recital del Derrick Rose más desatado, autor de 32 puntos y 13 asistencias, que la defensa planteada por Mike D'Antoni no pudo hacer frente.
Mucho habían cambiado las cosas llegados al mes de abril. Para empezar, los Knicks habían cambiado de Mike en los banquillos, dejando atrás a D'Antoni (18-24) por Woodson (18-6) y los Bulls acusando la baja de Derrick Rose durante los 12 partidos previos al encuentro del 8 de abril por diferentes problemas físicos que acabarían derivando en la lesión sufrida en los Playoffs.
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19,763 almas abarrotaron las gradas de La Meca en aquel mediodía dominical. Los 12 puntos con los que Melo iniciaría el duelo pondrían en una difícil situación a los de Thibodeau, teniendo que remontar un 31-19 en contra nada más empezar. Noah y Deng dieron un paso adelante en defensa para dejar el juego de bloqueos directos de los Knicks reducido a tan solo 22 tantos en el segundo asalto a lo que le seguiría la explosión de Derrick Rose tras el descanso con 14 puntos que parecían dejar encarrilado el partido.
Fue a partir del cuarto periodo cuando Anthony asumió definitivamente toda la responsabilidad ofensiva del equipo neoyorkino para forzar la prórroga por medio de 17 puntos, incluyendo 5 en el suplementario, que acabarían dando la victoria al equipo local en un cierre irrepetible.
Con 44 segundos para el final de la prórroga los Knicks tenían la posesión y dos puntos de desventaja (97-99). Anthony forzó una penetración que derivó en una melé de jugadores luchando por el rebote y una serie de palmeos que llevó a los Knicks a tener una nueva oportunidad de canasta con una división de Shumpert y extra-pass hacia JR Smith que erró el tiro de tres. Nuevamente la mano salvadora de Tyson Chandler permitió recuperar la posesión y Steve Novak puso calma, entregando a Melo la bola de nuevo con 15 segundos para el final.
Con Luol Deng enfrente y tan solo seis botes después de recibir, Carmelo se elevaba desde la línea de tres sorprendiendo a su marca para anotar un triple que encendería al Madison y sellaría la victoria a falta de 8 segundos. “This is my house!”, gritaría el alero mientras todos sus compañeros se lanzaban sobre él. Era su punto número 43 en una serie de 4 de 5 en triples con el que firmaría una de sus mejores noches de la temporada.
"Era mío hoy", dijo Anthony sobre el partido. “Me hicieron un poco de trash talk. En este momento, son momentos divertidos. Este fue uno de los mejores partidos. Domingo de Pascua, todos están mirando, todos están en Madison", añadía un Melo que le ganaría la partida a Rose que acabó con 29 puntos.
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