Portland Trail Blazers 2000, la remontada imposible: Arvydas Sabonis o Scottie Pippen, sin Finales

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rasheed wallace scottie pippen mike dunleavy

Tan cerca estuvieron y tan rápido se consumieron. El 4 de junio sirve para rememorar uno de los grandes duelos de la historia de los Playoffs NBA. Cuando Los Angeles Lakers remontaron en el Staples Center a unos Portland Trail Blazers listos ya para regresar a las Finales. Atónitos, tanto en la grada como en el banquillo rival. Nadie se creía lo que sucedía ante sus ojos.

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Después de caer en las Finales de 1990 y 1992 ante distintos rivales, los Bad Boys primero y los Bulls de Michael Jordan después, Portland consiguió una potente reconstrucción del proyecto tras el traspaso de Clyde Drexler a Houston. Hicieron los movimientos oportunos y crearon un potente bloque, posiblemente el más profundo de la liga para la temporada 1999-2000.

Veterano y más cómodo tras su salida de Houston, Scottie Pippen era referencia a sus 34 años. El conductor. Otro veterano, este llegado en traspaso desde Atlanta, Steve Smith. La leyenda de Arvydas Sabonis siendo titular con 35 primaveras. A su lado, el joven y brillante Rasheed Wallace. Un quinteto titular que completaba el base nombrado Rookie del Año en 1996, Damon Stoudamire. Brian Grant, Bonzi Wells, Detlef Schrempf, un todavía por explotar Jermaine O'Neal y el defensivo Greg Anthony en el banquillo. Todo, bajo las riendas de Mike Dunleavy. Equipo para soñar.

La inactividad ante la terrible remontada

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Todo parecía visto para sentencia. Tras un curso sensacional y alcanzar el culmen en el Game 7 de las Finales del Oeste, Blazers y Lakers eran los equipos. Los dos mejores récords de temporada regular, el duelo soñado. Alcanzar el séptimo partido suponía un punto de éxtasis para todos: seguidores de ambos equipos, liga y aficionados del baloncesto.

Por eso, que la colectividad de los Blazers se impusiera de forma tan contundente ante el poderío estelar de los Lakers fue sorprendente. No tanto por la calidad, innegable en el equipo, si no por la forma. Portland sabía jugar y confiaba en su férrea defensa, unida a la ofensiva libre de una gran estrella y en la que todos eran piezas capitales. Marchaban 13 arriba a falta de 12 minutos, incluso se pusieron a 15 puntos.

Es muy conocida la remontada posterior. Los Lakers confiaron en su mejor y mayor baza, Shaquille O´Neal. Sabonis tenía problemas con el Shaq más dominante y el otro O'Neal, Jermaine, todavía estaba lejos de ser la fuerza que alcanzó en Indiana.

El último clavo en el ataud de Portland fue el alley-oop entre Kobe y Shaq. Una de las jugadas más míticas de la historia de la liga, reflejo del final del encuentro y de un cierre que tienen grabados todos los Blazers en su cabeza. Desde jugadores a aficionados, todavía cuesta creer que el equipo no pudiese aguantar una renta cómoda en la que solo tenían que mantener el nivel defensivo y anotar algunas canastas. Se derrumbaron.

La destrucción del proyecto y los Jail Blazers

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Los Lakers ganaron el anillo ante Indiana en su primera vuelta a unas Finales desde el año 1991, cuando cayeron ante los Bulls. Portland trató de mejorar en verano para frenar a O´Neal en el poste en un posible futuro cruce, ya que Sabonis tenía problemas defensivos con el pívot de Lakers.

Fue entonces cuando Bob Whitsitt, "Trader Bob", envió al joven Jermaine O'Neal a Indiana a cambio del veterano Dale Davis. También traspasó a Grant, parte importante del banco, para hacerse con un Shawk Kemp lejos de sus días de gloria y cerca de los más oscuros, cuando la adicción a la cocaína terminó con su carrera antes de lo esperado.

Así, los Blazers alcanzaron de nuevo los Playoffs tras una gran temporada, pero los Lakers arrasaron 3-0. El resultado se repetiría en los Playoffs del 2002: primera ronda y 3-0 de los Lakers. El proyecto estaba en proceso de descomposición. El 3-4 en primera ronda contra Dallas de 2003 terminó con aquel equipo, dando paso a la etapa de los Jail Blazers.

¿Qué hubiese sucedido de evitar la remontada? Y si Portland hubiese usado su superior química y conexión de equipo respecto a los Lakers. Y si no hubiesen temblado tanto las muñecas en ese espantoso cierre que estará para siempre en sus pesadillas. Y si los Blazers hubiesen ganado, alcanzado las Finales y logrado un título, el primero desde 1977.

La imagen de Pippen con siete anillos sería superior a la de "el escudero de Jordan". Sabonis hubiese añadido a los 35 años un anillo de campeón, extraordinaria manera de poner broche de oro a una carrera legendaria. Y, quién sabe, quizás hubiesen conservado a Jermaine O'Neal, que habría explotado junto a Wallace y la mentoría de Sabas. Pero no fue así. Portland cayó en un final que condenó sus opciones de título y a su proyecto. El 4 de junio del año 2000, momento de celebración en Hollywood y de tristeza en Oregón, pasen los años que pasen.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

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