La omnipresencia de Kobe Bryant a lo largo de más de dos décadas hizo que el astro tuviera historias con un amplio universo de figuras del deporte y más allá.
Sin embargo, su camino y el de Ricky Rubio se cruzaron en varias ocasiones puntuales, enlazándolos de por vida.
Sentado en el vestuario visitante del STAPLES Center una noche de febrero de 2020, el base catalán compartió con NBA.com España algunos de sus recuerdos de la leyenda de los Lakers.
La primera vez fue, increíblemente, en la otra punta del mundo. Un 24 de agosto de 2008 y con el Wukesong Indoor Stadium de Beijing como marco, un jovencito precoz de 17 años se medía junto a sus compatriotas al cuco de todos los tiempos – que llegaba con la sangre en el ojo por los fracasos de Indianápolis, Atenas, y Saitama.
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El capitán y emblema de aquel Redeem Team era la mítica Mamba Negra.
“Fue una experiencia que realmente puso en perspectiva muchas cosas”, cuenta Rubio mientras se calza unas medias. “Era jugar contra mis ídolos, pero al mismo tiempo tenía que jugar. No podía estar mirándolos. Fue una bonita experiencia, y de Kobe, qué decir, fue una inspiración para muchos y un jugador especial que marcó una época”.
Un partido reñido terminó con Bryant echándose al equipo de las barras y las estrellas al hombro, con un pasaje final magistral – acorde a su leyenda de cerrador elite.
Bryant estaba en el pico de sus poderes – la mezcla justa de plenitud física, experiencia de campeonato y madurez mental que lo habían catapultado meses antes al que a la postre fue su único premio al Jugador Más Valioso de la NBA.
“Era un jugador en ese momento muy determinante”, recuerda Rubio. “No daba nada por perdido y que tenía una regularidad muy buena y una forma de jugar muy bonita.”
Rubio dio el salto a la NBA a mediados de 2011, pero el objetivo siempre estuvo fijado en ir por la revancha en Londres.
Fue así que se dio un risueño encuentro en las entrañas del Target Center allá por fines de enero de 2012. Mientras el base y Pau Gasol charlaban previo al juego, Bryant los encontró y no pudo evitar chicanearlos. Ya con 21 años cumplidos, Rubio no se iba a quedar callado, retrucándole a Bryant que en esta ocasión ellos acabarían pintados de plata.
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El intercambio marcó al hoy base de los Minnesota Timberwolves:
“Daba perspectiva de lo que competitivo que era”, comenta. “Estábamos jugando y ya estaba pensando en verano cuando nos íbamos a enfrentar y ya empezaba el ‘trash talk’. Era un jugador que empezaba los partidos mucho antes, que sabía jugarlos, y muy competitivo”.
España y Estados Unidos volverían a enfrentarse en la final de los Juegos Olímpicos londinenses, pero Rubio no pudo ser protagonista. El destino lo volvería a cruzar con Bryant unos meses antes, un 9 de marzo fatídico en el que se rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda en los momentos finales de la derrota ante Lakers.
¿La jugada? Una rotación defensiva, ya se imaginarán marcando a quien.
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Lo que pasó meses después ayuda a retratar el resto del legado que dejó Kobe, un asesino dentro de la cancha y un tipo atento y amable fuera de ella.
“Jugando nos teníamos respeto”, recalca Rubio. “Un par de veces, desafortunadamente en un choque me lesioné y después en el 2012 cuando jugó la selección de Estados Unidos en España, en Barcelona, fui a ver el partido y me preguntó como iba la recuperación y como iba todo. Era una persona que se preocupaba.”
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En su momento Rubio bromeó con que Bryant lo lesionó, pero apenas fue una ironía. Aquel gesto en el Palau Sant Jordi es un recuerdo con el que se queda el español.
“Fue un choque fortuito donde no me lesionó él, pero sí es verdad que fue la jugada y fue algo anecdótico más que achacar algo contra él. Que se preocupara por mí quiere decir mucho, quiere decir que piensa más allá”.
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